Cristo crucificado entre los dos ladrones: las tres cruces

Las tres cruces, una de las mejores obras de Rembrandt en cualquier medio, representa la culminación de su virtuosismo como grabador. El artista trazó la imagen con punta seca sobre una plancha de cobre, creando zonas aterciopeladas con las rebabas producidas por la herramienta (aguja de punta seca) al arañar la superficie de la plancha de metal. Rembrandt entintaba creativamente sus planchas y las imprimía sobre soportes diferentes, produciendo así una obra única en cada impresión. Aquí, el deliberado exceso de tinta en la plancha vela ligeramente las figuras al pie de la cruz, a la derecha; una capa de tinta más espesa oscurece los arbustos en el extremo inferior derecho. El soporte de pergamino (piel de animal) imparte una luz cálida a la composición. Menos absorbente que el papel, el pergamino retiene tinta en la superficie, suavizando las líneas y realzando la riqueza de la imagen.