The Met Fifth Avenue will close early at 5 pm on Friday, May 30 for an event.

Bright gallery with white pedestals showcasing a variety of stone statues and objects in glass cases.
Special Installation

Arts of the Ancient Americas

Artes de la antigua América

Las obras expuestas en estas galerías representan más de seis mil años de imaginación visual, significado cultural e historia. Se trata de piezas elaboradas antes del año 1600, principalmente en territorios de lo que hoy día denominamos América Latina y el Caribe. Estas creaciones fueron comisionadas por reyes, reinas y otras personas con poder que utilizaban el arte como elemento distintivo de pertenencia e identidad, y también como un vínculo con lo divino.

Puesto que en la América de antes de la colonización europea del siglo XVI no se acostumbraba firmar las obras, se desconocen los nombres de la mayoría de los artistas, pero sus magníficas piezas denotan gran maestría en diversas técnicas y materiales. Muchos de ellos vivían en lo que en su momento fueron las ciudades más grandes del mundo, bajo el patrocinio de Estados e imperios formidables. Sus obras reflejan sofisticados conocimientos, desde complejos sistemas de escritura hasta tecnologías pioneras en el trabajo del metal.

Las ideas y narrativas que se encuentran en estas galerías son el resultado del conocimiento transformador de múltiples disciplinas —como la arqueología, la historia del arte, el estudio de las inscripciones antiguas—, y de tradiciones indígenas históricas y contemporáneas. Entre las piezas exhibidas destacan ornamentos de oro que captan la fuerza del sol, árboles de piedra que sostienen el cielo, agua materializada en jade y objetos de cerámica diseñados para acompañar a las personas difuntas en su trayecto hacia la eternidad.Las obras revelan las conexiones entre las distintas regiones, al igual que las formas en que personas, prácticas e ideas se desplazaron y prosperaron a lo largo de la historia.

Cover Image for 1630. Introducción

1630. Introducción

José María Yazpik

0:00
0:00

JOSÉ MARÍA YAZPIK (NARRADOR): Hola, bienvenidos a las galerías del Arte de las antiguas Américas. Aquí podrán ver objetos de toda América del Norte, Central y del Sur, que representan 6000 años de innovación cultural, artística y tecnológica fascinante y diversa.

BEN ALBERTI: Es algo que es diferente… bastante diferente. Una diferencia bastante radical, entre lo que entendemos nosotros y lo que pasaba en el pasado.

Es un ejercicio en humildad. Que la forma de aprender es reconocer la diferencia entre tu concepto o tu forma de ser y la forma de ser del otro.

Porque es la diferencia que te empuja a pensar en una forma diferente sobre los materiales pero sobre ti mismo.

JOSÉ MARÍA YAZPIK: Escuche como académicos y artistas nos compartirán nuevas interpretaciones, aclararán mitos y darán una visión más profunda de la riqueza cultural de las antiguas Américas. Cada objeto cuenta una historia y ofrece una perspectiva nueva.

DAVID CARBALLO: Y esto nos habla de poblaciones indígenas que estaban interconectados, que viajaban largas distancias para el intercambio, para peregrinaje o para migrar, que no fueron poblaciones estáticas, no fueron poblaciones que solo se quedaron en una región, sino con sus intercambios y conexiones forjaban diferentes culturas de las Américas.

DIANA MAGALONI: El significado de las imágenes no se encuentra solamente en las figuras, se encuentra y está dado de forma igual por los materiales compositivos.

JOSÉ MARÍA YAZPIK: Yo soy José María Yazpik. Acompáñeme a explorar las herencias culturales y el arte de las antiguas americas.

Esta audio guía está patrocinada por Bloomberg Philanthropies.

    Playlist

Imperios de la antigua América

A finales del siglo XV, los dos imperios más grandes en la historia del continenteamericano se hallabanen pleno apogeo. En el hemisferio norte, la Triple Alianza —conocida también como imperio mexica o azteca— dominaba una amplia zona de Mesoamérica desde su capital en Tenochtitlan, sobre la cual se erige hoy la Ciudad de México. En el hemisferio sur, los incas controlaban buena parte del oeste de Sudamérica desde Cusco,su centro político en los Andes centrales. Estos dos vastos imperios expandieron rápidamente sus territorios al incorporar estados independientes, reinos y otras comunidades de diversos orígenes. Ambos, mexicas e incas, junto con cientos de otras sociedades coexistentes, florecieron a raíz de los logros y el legado de las numerosas culturas que prosperaron en estas regiones durante los quince mil años anteriores.

Producidas antes del año 1600 principalmente en lo que hoy es América Latina y el Caribe, las obras de arte que se exhiben en estas galerías revelan la imaginación de los artistas y su extraordinaria destreza para trabajar distintas técnicas y materiales, desde ornamentos de jade delicadamente tallados hasta prendas finamente tejidas.

La colonización europea, las guerras y las nuevas enfermedades provocaron un colapso demográfico en todo el territorio de América. No obstante, con el paso de los siglos, las comunidades indígenas y sus artistas han demostrado su enorme resiliencia: algunas veces resistiendo; otras, adaptándose a las cambiantes corrientes mundiales. 

Map of the Pacific coast of Central and South America

Los límites de los imperios mexica (azteca) e inca a finales del siglo XV.

Olmeca

Mesoamérica: mosaico de tradiciones

La región que denominamos Mesoamérica carece de límites precisos; sus fronteras han fluctuado a lo largo del tiempo. Con una extensión de más de 900 000 kilómetros cuadrados, abarca parte delo que hoy es el norte de México, la totalidad del centro y sur de México, Belice y Guatemala, así como porciones de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. A pesar de tratarse de un territorio tan diverso, con una geografía de marcados contrastes —desde altiplanicies y desiertos semiáridos hasta tierras bajas húmedas tropicales y llanuras aluviales costeras—, las comunidades que lo habitaban compartían un conjunto de prácticas culturales específicas, entre las que se incluían el sagrado juego de pelota y un calendario ritual de 260 días. Además, todas dependían de tres cultivos fundamentales: maíz, frijol y calabaza. 

Con el paso del tiempo, los pequeños poblados se desarrollaron hasta convertirse en poderosos Estados e imperios de múltiples civilizaciones, cuyas ciudades se construyeron sobre un eje central y se caracterizaron por sus plataformas piramidales coronadas por templos. Muchos de los complejos ceremoniales estaban ricamente adornados con monumentales tallas en piedra que representaban a líderes y deidades. Los gobernantes fungían como intermediarios entre los seres humanos y los dioses, y las ofrendas rituales (incluido el sacrificio) eran necesarias para asegurar el favor divino. A partir de materiales preciosos, como piedra verde, plumas, oro, conchas de moluscos y obsidiana, con frecuencia procedentes de tierras lejanas, los artistas mesoamericanos crearon obras de profundo significado cultural.

América del Norte Ancestral

América ancestral: tiempos inmemoriales, diversidad y persistencia

Procedentes de Asia, los primeros pobladores de América emprendieron un recorrido de descubrimiento, sin imaginar siquiera el vasto territorio que se desplegaba ante ellos. Durante miles de años, sus descendientes exploraron casi todos los rincones del continente, otorgando nombres a los seres y lugares que iban encontrando a su paso. Animales, plantas, montañas, ríos y bosques inspiraron su cosmovisión y su arte; diestros artistas transformaron materiales naturales en objetos de asombrosa creatividad, belleza y complejidad.

Las piezas que se exhiben en esta galería son testimonios de algunos de los primeros logros de estos antiguos artistas: piedras talladas en refinadas formas por cazadores de América del Norte; huesos animales transmutados en delicadas esculturas por pescadores del estrecho de Bering; barro transformado en perdurables figurillas femeninas de cerámica por agricultores de Sudamérica. A lo largo de milenios, distintas tradiciones artísticas indígenas surgieron, florecieron, evolucionaron y perduraron incluso después de la invasión europea a finales del siglo XV. El impacto de la colonización y el nuevo contexto global del continente americano se perciben en objetos como la vasija de cerámica y el relieve en piedra aquí expuestos. A pesar de la dominación europea, la autonomía y resiliencia de las culturas indígenas se manifiestan en su arte.

Maya

Los mayas en el periodo Clásico (250-900e. c.)

La región maya, que nunca se unificó, se conformaba de numerosas ciudades-estado rivales, algunas veces aliadas, otras en guerra. Éstas ocuparon un vasto territorio que abarcaba lo que hoy son el sur de México, Guatemala, Belice, El Salvador y el oeste de Honduras, y compartieron una cultura común, organizada en torno a las actividades de las cortes reales: suntuosos centros de producción artística, donde también tenían lugar las prácticas sagradas y los rituales. Los escribas mayas desarrollaron un complejo sistema de escritura tanto fonética como pictográfica, con la que registraron eventos históricos y míticos en libros, edificaciones y objetos de arte portátiles, como vasijas y ornamentos.

Los mayas veneraban a una gran cantidad de dioses y diosas que regían diversos aspectos del mundo. Sus dominios abarcaban desde los ciclos del día y la noche hasta la lluvia y la abundancia de las cosechas agrícolas, así como todos los recursos de la naturaleza. Los gobernantes mayas se presentaban como seres divinos y, a menudo, asumían el aspecto de deidades en las ceremonias rituales. Estos reyes —y algunas reinas— fueron honrados en estelas:monumentales esculturas verticales en piedra tallada, con texto e imágenes en relieve que enfatizaban el carácter sagrado de la realeza.

Teotihuacan

Teotihuacan: el lugar donde comenzó el tiempo

En su máximo esplendor, Teotihuacan (1-650 e. c.) llegó a ser una de las ciudades más grandes del mundo, con una población estimada en doscientos mil habitantes. Localizado en el altiplano central de México, este centro urbano se sustentaba en un majestuoso núcleo cívico y ceremonial. Su Calzada de los Muertos, con poco más de dos kilómetros de longitud, está orientada en dirección norte hacia la Pirámide de la Luna y el cerro Gordo (la “montaña sagrada de Teotihuacan”) al fondo, y se cruza con un eje este-oeste en concordancia con el calendario solar, creando una cuadrícula que corresponde a una geografía sagrada y una cronometría ritual.

Ésta fue una urbe artísticamente dinámica y culturalmente diversa. Toda su población habitaba en complejos residenciales amurallados, decorados con coloridos murales. Los artífices creaban objetos de barro, piedra verde y otros materiales preciosos en talleres especializados. Asimismo, migrantes de todos los rincones de Mesoamérica establecieron diversos barrios en la ciudad, en los que las tradiciones artísticas de sus tierras originales persistieron durante siglos. Los lazos políticos, la fuerza militar y las rutas comerciales de Teotihuacan se extendieron mucho más allá del valle donde la gran urbe se asentó, tendiendo puentes y redes con otras partes de Mesoamérica.

Hot air balloon over landscape with a pyramid and a mountain in the background

Perspectiva de la Calzada de los Muertos, en dirección norte, mirando hacia la Pirámide de la Luna. El cerro Gordo se aprecia a la distancia. Fotografía de Saburo Sugiyama.

El legado perdurable de Teotihuacan 

Teotihuacan mantuvo su influencia en la cultura mesoamericana incluso mucho tiempo después del declive de la ciudad, en el siglo VII de nuestra era. Para los mexicas (también conocidos como aztecas), que llegaron a la región varios siglos después, Teotihuacan representaba el lugar donde los dioses pusieron el sol, y el tiempo mismo, en movimiento. Al igual que los investigadores actuales, los mexicas trataron de comprender el pasado de la gran urbe teotihuacana y la importancia que ésta tenía para su propia sociedad. Desde la visión mexica, quienes construyeron las antiguas estructuras de Teotihuacan eran seres prodigiosos, y sus monumentos, imbuidos de poderes también divinos, revestían un carácter sagrado.

Los mexicas extraían objetos preciosos de la ciudad abandonada y los llevaban consigo a su capital, Tenochtitlan, donde los usaban como ofrendas. Asimismo, las formas arquitectónicas de Teotihuacan sirvieron de inspiración para la construcción de los templos de la capital del imperio mexica. A través de estas prácticas, los mexicas buscaban apropiarse del poder de la antigua Teotihuacan.

Map of the center of Teotihuacan

Centro de Teotihuacan (c. 600 e. c.). Plano realizado por Hillary Olcott, con base en Millon, Drewitt y Cowgill (1973).

Veracruz

Tradiciones de la Costa del Golfo

Extendiéndose desde las laderas montañosas de Los Tuxtlas, en Veracruz, hasta el oeste de lo que hoy es Tabasco, la costa del golfo de México fue un corredor natural para el comercio, el intercambio y la migración, así como un semillero cultural que dio lugar a diversos estilos artísticos en los periodos Clásico y Posclásico Temprano (c. 300-1300). Herederos de la tradición olmeca y vecinos de los mayas, los artistas de la región cultural denominada Costa del Golfo crearon obras de todas las dimensiones, lo mismo miniaturas que piezas monumentales: a lo largo de la costa, talladores huastecos elaboraron con conchas marinas delicados ornamentos que se exportaban a toda Mesoamérica; en el centro-sur de Veracruz, escultores ceramistas produjeron desde pequeñas figuras que caben en la palma de la mano hasta representaciones de dioses y seres humanos de tamaño natural, y en toda la región, artistas innovadores crearon singulares tallas en piedra vinculadas con el juego de pelota, el cual es uno de los rasgos culturales distintivos de Mesoamérica.

Occidente de México

La vida acompañada por los ancestros en el Occidente de México

La región cultural denominada Occidente de México, que se extendía en territorio de lo que hoy son ocho estados de la república mexicana, se caracteriza por su expresiva y llamativa tradición cerámica y escultórica de los periodos Preclásico Tardío y Clásico Temprano (300 a. e. c.-600 e. c.) y también por sus estructuras arquitectónicas rituales, de forma cónica o dispuestas en un patrón circular y no rectilíneo, como la mayoría en Mesoamérica. 

Esta vasta región albergó numerosas poblaciones que hablaban diversas lenguas y mantenían prácticas culturales y sistemas políticos también diferentes entre sí. A pesar de tal diversidad, las comunidades del Occidente de México compartieron costumbres y creencias similares acerca de las relaciones entre los vivos y sus ancestros. Ejemplo de ello son las llamadas “tumbas de tiro”: sepulturas complejas a las que sólo se podía tener acceso a través de largos túneles verticales. Las ricas ofrendas que se colocaban en ellas incluían figuras de cerámica finamente elaboradas; algunas de estas piezas revelan una minuciosa observación del mundo natural y otras enfatizan relaciones sociales o lazos y linajes familiares. Las tumbas de tiro —tradición funeraria representativa del Occidente de México— reforzaban las conexiones con el pasado ancestral y reafirmaban el estatus social y el poder de los descendientes.

Los vestigios arqueológicos demuestran que el Occidente de México guardó vínculos estrechos con centros culturales fuera de la región, incluida la gran ciudad de Teotihuacan en el altiplano central mexicano. Asimismo, investigaciones recientes enfatizan la importancia del Occidente de México en una extensa red de comercio a larga distancia con Centroamérica y América del Sur, nexo fundamental para la introducción de la metalurgia en Mesoamérica después del año 600 de nuestra era.

Mexica

Mesoamérica imperial

Durante lossiglos anteriores a la invasión española de México en 1519, Mesoamérica estuvo dominada por un poderoso estado expansionista: el imperio mexica o azteca. Esta entidad política se había fortalecido gracias a la unión de tres ciudades-estado del altiplano central, todas de habla náhuatl: Tenochtitlan (la capital mexica), Texcoco y Tlacopan.

La asociación de estos tres señoríos —conocida como Triple Alianza— logró forjar un imperio de organización flexible, pero sumamente eficaz, que se extendió desde de lo que hoy es Michoacán, en el oeste de México, hacia el sur, hasta la actual Guatemala, aunque con un territorio de forma algo irregular. A menudo descrita como un imperio hegemónico o indirecto, la Triple Alianza permitió que las sociedades conquistadas conservaran su organización, creencias y prácticas, siempre y cuando pagaran periódicamente un tributo.

Así, materias primas y productos manufacturados, como plumas de aves tropicales, piedras semipreciosas, ornamentos de oro y prendas de algodón finamente tejidas, fluyeron constantemente hacia la capital, junto con un cúmulo de conocimientos, destrezas e inspiración creativa, lo que impulsó el florecimiento de las artes visuales. Los artistas mexicas también se inspiraron en el pasado: emulando estilos anteriores, crearon tallas en piedra tan espectaculares y monumentales como las realizadas por los olmecas dos mil años atrás.

Aztlán: cuna de los mexicas

Los mexicas fueron el último grupo nahua en llegar al ya muy poblado valle de México, alrededor del año 1325. En un principio los mexicas se autodenominaron “aztecas”, en referencia a su lugar mítico de origen: Aztlán (“lugar de garzas”, en náhuatl), una isla en un lago; sin embargo, durante su migración, su dios patrono les ordenó cambiarse de nombre. Como eran pocas las tierras que aún no estaban ocupadas, los mexicas fundaron su capital, Tenochtitlan, justamente en una isla lacustre. Al cabo de dos siglos, el otrora pequeño asentamiento se había convertido en un gran centro urbano, minuciosamente diseñado con calzadas, acueductos, canales, plazas, mercados y zonas residenciales para sus casi doscientos mil habitantes. Los barrios estaban bien organizados sobre un patrón simétrico, con cuadras delimitadas por calles y canales.

Aerial view of Tenochtitlan

Reconstrucción de Tenochtitlan y sus ciudades vecinas. Imagen realizada por Tom Filsinger.

Ecuador

Antiguo Ecuador

Una extensa red comercial se extendía desde el occidente de México hasta la costa sur de Perú. Se tiene registro, por ejemplo, de un encuentro ocurrido en el siglo XVI entre un navío español que exploraba la parte norte del imperio inca y una barca cargada con toda clase de mercancías. De extraordinaria biodiversidad, con un sur semiárido y un norte húmedo, y abundancia delos preciados moluscos Spondylus y Strombus en sus mares, la costa ecuatoriana se conectaba con otras zonas ricas en recursos a través de rutas terrestres hacia las tierras altas y la selva amazónica. Las conchas de estos moluscosse contaban entre los elementos ritualesde mayor relevancia en los Andes, por lo que —junto con objetos elaborados en metal—constituíanuna importante fuente de riqueza y prestigio en las comunidades costeras.

Los grandes asentamientos del antiguo Ecuador se caracterizan por sus tolas, montículos de tierra artificiales que contenían tumbas en su interior y en cuyas cimas se construían ciertas estructuras, probablemente templos o residencias de las élites. Con su emplazamiento elevado, las tolas protegían estas construcciones de las inundaciones, pero también marcaban una separación entre los líderes de la comunidad y el resto de la población, reforzando visualmente la jerarquía social establecida. Los artistas locales se valieron de diversos soportes para representar a los dignatarios con espectaculares ornamentos que destacaban su autoridad religiosa.

Illustration of an Indigenous trading vessel

Embarcación mercante indígena. Ilustración tomada de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Relación histórica del viaje a la América meridional, 1748. Cortesía de la John Carter Brown Library (Biblioteca John Carter Brown).

Caribe, Costa Rica, Panamá, Colombia

Ornamentación en los Andes septentrionales

La producción de piezas de orfebrería en oro finamente trabajadas y la construcción de espectaculares monumentos funerarios de piedra acompañaron la aparición de poderosas autoridades en los Andes septentrionales durante el primer milenio de nuestra era. En el siglo XVI, los españoles llamaron a estos dirigentes de los Andes colombianos caciques, término procedente del Caribe que se volvió de uso extendido entre numerosos grupos indígenas, aunque también existían otros títulos o designaciones locales, como mohanes, utilizado en lengua tairona. Los ornamentos de oro que adornaban los cuerpos de los líderes los distinguían del resto de la población y los vinculaban con una tradición de élites más amplia, presente en comunidades de regiones tan lejanas como Centroamérica. 

Con el paso del tiempo, se fueron desarrollando distintos estilos regionales, y los orfebres locales elaboraron formas tan creativas que, a menudo, desafían una interpretación directa. Aun cuando la mayoría de los ornamentos de oro encontrados muestran indicios de uso, es probable que algunos se hayan producido específicamente para ser depositados en tumbas. Después del año 1000, el oro dejó de asociarse exclusivamente a los caciques y se empezó a utilizar para otros fines, incluida la creación de objetos que se depositaban como ofrendas en cuevas, lagos y otros lugares venerados.

Stone carvings of large figures at a tomb

Tumba en el sitio arqueológico de San Agustín, Alto Magdalena, Colombia. Fotografía de Juan Carlos Vargas Ruiz. Ruiz.

La tierra entre dos mares

Las antiguas comunidades del istmo de Panamá, entre lo que hoy son Colombia y Costa Rica, participaban en una dinámica red comercial que conectaba la región del Caribe con la costa del Pacífico. La estética ornamental de estas prósperas sociedades—materializada en deslumbrantes piezas de oro y piedras muy pulidas— se caracteriza por su brillo y resplandor.

En el norte de esta región convergían dos sistemas de valores. Por un lado, la presencia de oro refleja el movimiento de tecnologías e ideas provenientes de Sudamérica; por el otro, el uso de jade y otras piedras verdes indica el contacto y las relaciones de intercambio con las sociedades mesoamericanas. La piedra verde se privilegió en la historia temprana de la región; sin embargo, luego del año 800, el oro se convirtió en el material preferido para representar la autoridad y el poder de los gobernantes de la región.

Stone ruins at an archaeological site

Sitio arqueológico Monumento Nacional Guayabo (ocupación: 300-1400 e. c.), Turrialba, Costa Rica. Fotografía de Kim Richter.

Horizonte Temprano

Los Andes centrales

El corazón del imperio inca se ubicó en los Andes centrales, en lo que hoy día son Perú, Bolivia y el norte de Chile. En este territorio delimitado por la cordillera andina, que con elevaciones de más de 6 000 metros se yergue entre la árida costa del Pacífico y la selva tropical de la Amazonía, florecieron y desaparecieron cientos de sociedades durante milenios antes de que el imperio inca se consolidara en el siglo XV. Aunque estas culturas no dejaron registros por escrito, sus notables logros en las artes visuales constituyen un testimonio perdurable de su existencia.

Nuestro conocimiento de estas antiguas culturas se ha nutrido de un vasto conjunto de estudios arqueológicos y relatos históricos —producidos luego del contacto con los europeos—, así como dela historia oral de las comunidades descendientes y las tradiciones y prácticas que aún conservan los pueblos originarios.

Las múltiples transformaciones que se observan en las vasijas de cerámica —la forma de arte andino con mayor presencia—no solamente dan cuenta de la evolución de estas civilizaciones, sino que también explican porqué se les han asignado diversos nombres.

Pioneros en metalurgia y orfebrería, los antiguos artistas andinos produjeron ornamentos finamente elaborados con metales preciosos que destacaban la autoridad de quien los portaba. Estas piezas transmitían la noción de un estatus divino y, en última instancia, se volvían parte dela transformación de esa persona en un ancestro venerado por la comunidad. Las vasijas y los ornamentos fueron elementos fundamentales en las negociaciones políticas y también para la comunión con un mundo sagrado considerado poderoso y animado a la vez.

Andes mountain range

Vista de los Andes desde el Callejón de Huaylas, región de Ancash, Perú. Fotografía de Hugo C. Ikehara Tsukayama.

Intermedio Temprano y Horizonte Medio

Los hermosos abuelos

En las antiguas sociedades andinas, las personas importantes estaban destinadas a convertirse, tras su muerte, en ancestros comunales: protagonistas responsables de la fertilidad y el bienestar general de sus comunidades. A estos “hermosos abuelos” —como los llamaban los quechuas— se les invocaba en ritos agrícolas, ceremonias matrimoniales y eventos que marcaban o conmemoraban una sucesión política. La muerte no se percibía como una conclusión, sino que formaba parte de una existencia continua con connotaciones físicas y espirituales: una transición de un estado jugoso, blando y juvenil a otro seco, resistente y duradero.

Al morir dichos personajes, sus cuerpos se envolvían en capas de telas y prendas finamente tejidas y, a menudo, se les adornaba con máscaras y ornamentos. Estos fardos funerarios se conservaban con esmero en santuarios; o bien, se depositaban en estructuras subterráneas o construidas sobre la superficie. En los siglos XV y XVI, en ocasiones especiales, se acostumbraba sacar de sus sepulcros los fardos que contenían los restos de antiguos gobernantes incas, como parte de una tradición milenaria de compromiso entre los antepasados y sus comunidades descendientes.

Illustration of an ancestor bundle

Fardo funerario en una ceremonia dedicada a los ancestros. Ilustración tomada de El primer nueva corónica y buen gobierno, de Felipe Guamán Poma de Ayala (c. 1615). Cortesía de la Det Kongelige Bibliotek (Biblioteca Real de Dinamarca), Copenhague.

Intermedio Tardío y Horizonte Tardío

Materiales preciosos

En la antigua América, los objetos que denotaban un alto estatus solían estar hechos de materiales poco comunes. El oro y la plata cautivaron la imaginación de los españoles, pero las sociedades andinas consideraban más valiosos otros bienes naturales, como el bivalvo rojo del género Spondylus. Trabajar los materiales preciosos —a veces adquiridos de fuentes lejanas— con frecuencia implicaba todo un desafío y requería del conocimiento especializado de artesanos sumamente hábiles. La posesión de artículos de lujo ponía de manifiesto el control del mecenas sobre los recursos valiosos y la mano de obra experta.

Las amplias redes de intercambio establecidas para la obtención de materias primas permitieron compartir también ideas entre regiones. Así, por ejemplo, algunas técnicas metalúrgicas y orfebres que se desarrollaron en un inicio en los Andes sudamericanos, después se extendieron a lo que hoy son Centroamérica y México. En toda la América antigua, los artistas y sus benefactores transformaron materiales preciados en objetos extraordinarios, otorgándoles un significado religioso, social y político. Estas obras evidencian el modo en que, colectiva o individualmente, se elegían materiales y se tomaban determinadas decisiones estéticas a fin de expresar las creencias más profundas. 

Reinos del desierto

Dos poderosas culturas surgieron a finales del primer milenio de nuestra era en la costa norte de lo que hoy es Perú: la lambayeque (también conocida como sicán), asentada en las cercanías de la actual ciudad de Chiclayo, y la chimú, algo posterior y situada más al sur, en el valle de Moche. La producción artística de ambas, basada en tradiciones moche anteriores, alcanzó un nivel casi industrial. Los señores de estas dinastías septentrionales fueron los mecenas de vastos talleres de manufactura de ornamentos y vasijas ceremoniales finamente elaborados.

La región Lambayeque fue conquistada por los chimú hacia el año 1375. En su máxima extensión, el imperio chimú dominó aproximadamente 1 300 kilómetros de la costa desértica, desde la actual frontera con Ecuador hasta el norte de Lima. Chan Chan, la capital, fue una de las ciudades más grandes de la antigua América. Estaba organizada en torno a diez recintos monumentales de adobe que se presume fueron los palacios de los reyes chimú. Probablemente construidos en distintas etapas por los gobernantes sucesivos, dichos recintos combinaban funciones administrativas, ceremoniales y domésticas. Cuando el soberano moría, las edificaciones se convertían en monumentos funerarios del monarca, sus descendientes y su corte. Chan Chan floreció durante unos 500 años antes de caer en manos del ejército invasor inca hacia 1475.

Aerial view of Chan Chan

Vista aérea de Chan Chan, Perú, 1931. Los grandes recintos eran los palacios de los reyes chimú. Fotografía de Robert Shippee y George R. Johnson, cortesía del American Museum of Natural History (Museo Americano de Historia Natural).

Los incas y el arte del imperio

Al igual que muchas potencias imperiales, los incas tomaron como base tradiciones estéticas y tecnologías anteriores. Sin embargo, los artistas incas rompieron con las complejas iconografías de periodos previos y desarrollaron un nuevo y audaz estilo imperial basado en la abstracción geométrica, evidente en la infinidad de piezas producidas en talleres patrocinados por el Estado. Este estilo unificador y su estandarización reflejan el control extremo que el imperio inca ejercía sobre su población a medida que se expandía rápidamente, hasta llegar a abarcar la mayor parte del oeste de Sudamérica.

Vasijas y vasos para beber y servir eran un importante foco de atención estética, ya que las celebraciones, ceremonias y rituales formaban parte de la estrategia imperial para reforzar la cohesión social a lo largo del territorio conquistado. Tales recipientes también ocupaban un lugar central en los ritos que celebraban las obligaciones recíprocas entre las comunidades y el poderoso paisaje divino. Los emperadores incas realizaban rituales de libación dedicados a las divinidades del cielo y de la tierra, lo que subrayaba el papel de los gobernantes como intermediarios que garantizaban la fertilidad y la abundancia. Otros objetos rituales relevantes eran unas pequeñas estatuillas con forma de animales y seres humanos —algunas ataviadas originalmente con finos tejidos—que, a manera de ofrenda, se colocaban en cimas de montaña, lagos y otros lugares sagrados del vital entorno andino.

Illustration of Inca nobles

Nobles incas brindan al sol. Ilustración tomada de El primer nueva corónica y buen gobierno, de Felipe Guamán Poma de Ayala (c. 1615). Cortesía de la Det Kongelige Bibliotek (Biblioteca Real de Dinamarca), Copenhague.

Textiles

Significados tejidos en los Andes antiguos

Con mesetas, valles fértiles y llanuras a gran altitud en su parte central, la cordillera de los Andes marca una división entre la estrecha franja desértica a lo largo de la costa del Pacífico, al oeste, y la selva amazónica, al este. Las condiciones de extrema sequedad prevalentes en la costa árida permitieron la excepcional conservación de materiales orgánicos del pasado, incluidas las piezas textiles y de plumaria que aquí se exponen.

El tejido es una de las expresiones artísticas más antiguas y preciadas de la región andina. Su práctica se desarrolló miles de años antes del auge del imperio inca (1470-1532) y dio lugar a una forma de elaboración textil que figura entre las de mayor riqueza y diversidad en el mundo. Con un amplio repertorio de motivos geométricos y figurativos, y composiciones asombrosamente audaces, los tejedores locales crearon magníficos textiles que, además de tener un uso en la vida cotidiana, servían como obsequios para la realeza y en las ofrendas sagradas, entre otros propósitos.

La mayor parte de los textiles andinos antiguos que se han conservado hasta nuestros días son prendas de vestir u otros atavíos que adquirían vida al portarse. También se han recuperado grandes tapices que adornaban el interior de edificios importantes. Las antiguas comunidades andinas encontraron en estas finas creaciones textiles un medio inigualable para expresar sus identidades, valores y creencias.