Read this essay in English: Stone Sculptural Art in Costa Rica
Las comunidades indígenas originarias del territorio de la actual Costa Rica utilizaron la piedra para fabricar una diversidad de herramientas. Con el tiempo, este arte se volvió muy especializado y los artesanos consumados tallaron piezas con significados religiosos o mitológicos para la comunidad. Así, esculturas antropomorfas y zoomorfas fueron colocadas frente a viviendas elevadas, en las plazas y junto a los caminos. Esta ubicación estratégica dentro de los asentamientos pudo haber servido para señalar o delimitar los espacios de poder ejercido por los líderes de la comunidad.
Los antiguos conocimientos enseñados y acumulados permitieron a los artesanos seleccionar la piedra más adecuada para obtener las formas y diseños deseados. Se aprovechaban fuentes de materia prima cercanas a los asentamientos, en especial lavas, andesitas y basaltos, de origen ígneo, así como areniscas y calizas, de origen sedimentario. Las cabezas de piedra para bastones de madera y mazas de guerra ; ; , junto con los ornamentos de jade y otras piedras verdes, indicaban el rango social del individuo de acuerdo con el número de objetos producidos, la dificultad para conseguir las materias primas y la calidad de la ejecución. Si bien la mayoría de estos objetos han aparecido en entierros, se cree que se usaron para señalar el prestigio de las personas tanto en vida y como en la muerte. La habilidad y creatividad de estos artesanos, así como el desarrollo de una gran complejidad técnica, permitió que cada región cultural y época creara un estilo escultórico particular, con diferentes formas, acabados y materias.
La manufactura de esculturas de piedra de grandes dimensiones se inició en algún momento entre el año 300 a.e.c. y el 300 e.c. Durante este tiempo, en la Región Central y noreste de Costa Rica, surgió una tradición de tallar objetos inspirados en los metates domésticos (piedras para moler el maíz), pero con soportes muy altos y con una rica ornamentación simbólica de personajes y animales en relieve. Estos objetos llamados metates “ceremoniales” u “ornamentados” figuran entre las manifestaciones artísticas más destacadas del arte costarricense anterior al siglo XVI y se encuentran en las diferentes regiones culturales del país. Su número y complejidad indican la presencia de escultores especializados de gran habilidad artística.
Los metates de la Región Central del país se conocen como “metates de panel colgante” por sus elementos decorativos ubicados en medio de los altos soportes. Estos presentan escenas con personajes enmascarados, posibles músicos y aves sosteniendo cabezas, así como otros animales, sobre todo felinos y cocodrilos, criaturas consideradas como fuerzas opuestas de la naturaleza . Otras figuras de animales, como monos y aves de pico largo, adornan los soportes de algunos ejemplares . Los artesanos buscaban un equilibrio compositivo entre los elementos de los soportes y los tallados en el panel intermedio.
El noroeste del país, conocido como Guanacaste, es la sección costarricense de la Gran Nicoya, región cultural que incluye el occidente de Nicaragua. Aquí, los metates ornamentados presentan soportes largos con bajorrelieves en la cara inferior del panel horizontal que a menudo representan a individuos enmascarados con tocados extravagantes: líderes políticos o religiosos con su atuendo de autoridad. Estos metates se utilizaban como tapas de tumbas, de ahí sus relieves en la cara inferior, y quizá como asientos para personajes importantes, similares a un trono. Estos artefactos tuvieron una evolución estilística a través del tiempo, hasta conformar la figura animal tallada con espacios vacíos , incluyendo felinos, coyotes, tapires, guacamayos e incluso animales ya extintos en la zona como el águila arpía. Los metates en forma felina, llamados popularmente “piedra tigra” tuvieron una amplia distribución territorial, desde Costa Rica hasta Panamá, y muestra la importancia de estos depredadores, sobre todo jaguares y pumas, en los sistemas de creencias indígenas.
En la parte central del país, hacia el 300 a.e.c., se inició una tradición escultórica que representaba figuras humanas con características naturalistas. Algunos de estos objetos combinan rasgos animales y humanos, tal vez representando a chamanes o especialistas religiosos y sanadores que poseían la capacidad de transformarse en ciertos animales para llevar a cabo sus actividades visionarias, curativas y defensivas. Entre el 800 y el 1550 e.c., las esculturas de plato redondo con ornamentación de felinos en la cara inferior del panel y cabezas humanas o de animales (normalmente felinos o monos) a lo largo del borde se hicieron frecuentes en la Región Central. Otros objetos destacados son los metates zoomorfos y las losas o tablas con animales tallados en los lados y en la parte superior ; estas últimas pueden haber servido como lápidas o tapas de tumbas.
La estatuaria de este periodo, entre el 800 y el 1550 e.c., nos da una buena idea de la estratificación social presente en los centros regionales de poder. En los bloques de piedra volcánica se tallaron cabezas con retratos, figuras en cuclillas fumando lo que presumiblemente es tabaco (una planta que pudo utilizarse en actos curativos y adivinatorios) ; , y estatuas de guerreros con hachas y cabezas trofeo. Estas figuras de guerreros pueden ser retratos de individuos concretos cuya potente belicosidad cumplía una función ideológica de intimidación y dominación. El culto de las “cabezas trofeo” apareció en periodos anteriores y sugiere que los conflictos eran frecuentes en los cacicazgos de la época o que las ideas violentas eran una herramienta importante en el discurso de autoridad y poder. Estos objetos podrían tener el propósito de ensalzar la guerra mediante la difusión de imágenes del guerrero ideal y su rendimiento esperado en las batallas, así como para conmemorar historias o mitos.
La práctica de decapitar enemigos y su representación en piedra también se dio en la región del Gran Chiriquí, en el sur de Costa Rica y el oeste de Panamá. Una escultura de las tierras altas de Coto-Brus, en Costa Rica, consiste en una figura que porta un gorro cónico y un collar colgante mientras sostiene una cabeza trofeo y un hacha , un objeto similar a las representaciones humanas tempranas de Barriles, en las tierras altas de Chiriquí, en Panamá. Una característica notable de esta escultura es el collar con un conjunto de figuras de animales de cola recurvada que evocan a los colgantes de oro del Estilo Inicial que se cree datan de entre el 1 y el 500 e.c. de Colombia a Costa Rica ; . Además, en el cinturón de la figura aparece un objeto que recuerda vagamente a un ave con las alas desplegadas, un motivo característico del Estilo Inicial. La manufactura de objetos de oro en el Gran Chiriquí durante el período Aguas Buenas (300 a.e.c.–800 e.c.) no ha sido reportada, pero esta escultura, junto con otro tipo llamado “hombre sobre esclavo” de Barriles, indican que los líderes conocían y obtenían estos objetos.
En la subregión conocida como Diquís, en el sureste de Costa Rica, se desarrollaron hace unos mil años esculturas antropomorfas con base de espiga (para soporte vertical) y piezas talladas en bulto redondo que representan felinos, reptiles y hombres-armadillo. Las esculturas humanas son aplanadas, muy estilizadas y suelen adoptar posturas rígidas . Algunas representan a guerreros que sostienen una cabeza trofeo, a menudo con características felinas, pero también hay cautivos con las manos atadas, lo que refleja el clima antagónico que existía entre territorios políticos.
Diquís también destaca por artefactos poco comunes como cilindros de piedra conocidos como “barriles”, con bajorrelieves zoomorfos y antropomorfos en sus extremos, y esferas de piedra. Las esferas de piedra destacan por su cantidad, perfección y diversidad de tamaños, así como por su largo periodo de producción, entre el 400 y el 1500 e.c. Organizadas en grupos lineales, semicirculares y triangulares, se colocaron dentro de áreas residenciales y ceremoniales, así como en plazas abiertas. También se han encontrado sobre montículos, en la periferia de los asentamientos y a los lados de las rampas de acceso a las residencias principales. Algunas esferas pequeñas con esculturas zoomorfas y antropomorfas fueron intencionalmente fragmentadas. El tamaño de las esferas varía desde unos pocos centímetros hasta 2.6 metros de diámetro, y pesan desde unos pocos kilogramos hasta unas 25 toneladas, y presentan acabados que van desde un picado grueso hasta el pulido . La roca usada más frecuentemente para estas esferas es de tipo gabroide (gabro y granodiorita) que aparece en la Cordillera Costeña, aunque también existen ejemplares en calizas y areniscas. Las esferas probablemente se usaron como símbolos de rango, poder y etnicidad, ya que sólo se fabricaban en un área restringida y se localizaban en contextos asociados a las construcciones más complejas. Algunas esferas aisladas pueden haber indicado santuarios comunales, mientras que grupos de ellas pueden haber estado asociadas con la observación de fenómenos celestes y ciclos naturales o calendarios.
Los especialistas en piedra de las regiones culturales del Gran Chiriquí, Región Central y Gran Nicoya demostraron una gran habilidad artística en la creación de obras de piedra como metates, figuras zoomorfas y antropomorfas, otras estatuas y esferas. Estas obras, su manufactura, diseño formal y simbolismo, representan la variabilidad en las antiguas tradiciones artísticas dentro del actual territorio de Costa Rica, así como el alto nivel de especialización alcanzado por estas tempranas sociedades complejas.