Read this essay in English: Representations of Power in Ancient Coastal Ecuador
El paisaje de los Andes septentrionales—hoy Ecuador y Colombia—es una mezcla de valles rodeados de montañas y ecosistemas tropicales (véase el mapa). En este entorno, los arqueólogos han hallado indicios de algunas de las sociedades complejas más antiguas de América, que datan de épocas tan tempranas como el año 3500 a.e.c. Conocida hoy colectivamente como la cultura valdivia, esta sociedad antigua estableció economías agrícolas que sustentaron la formación de grandes aldeas permanentes, como Real Alto. En estos asentamientos, plazas y montículos servían de escenarios para ceremonias rituales realizados por especialistas religiosos, poderosos líderes que llegaron a ser el centro de la vida política de estas comunidades.

Los arqueólogos reconocen múltiples tradiciones culturales en la costa del Ecuador durante el período entre el 300 a.e.c. y el 600 e.c. Hoy se conocen como las culturas tolita-tumaco, jama-coaque, bahía, daule-tejar y guangala. En estas sociedades, que probablemente representaban a múltiples entidades políticas, la mayoría de la gente habitaba cerca de los montículos que servían de residencia a los gobernantes y sus familias. Una escultura de cerámica tolita-tumaco representa a uno de esos poderosos caciques, un hombre cuyo rostro arrugado denademas de formar parte de una extensa red de parientes y seguidores. Esta efigie, sin embargo, revela otra dimensión de la autoridad del anciano. Sus ojos saltones significan la expresión de una persona en trance chamánico, estado en el que estos sacerdotes principales supuestamente se transformaban en jaguares u otros seres de aspecto animal.
Se conocen prácticas chamánicas similares en muchas sociedades contemporáneas del neotrópico, que a menudo implican el consumo de bebidas elaboradas con plantas y raíces alucinógenas. La enredadera Banisteropis caapi—también conocida como ayahuasca, yagé nepe—es una de estas plantas que todavía es muy utilizada entre los chamanes sudamericanos. La ingesta de estas sustancias forma parte de un sofisticado sistema cosmológico en el que se considera que los chamanes se transforman en seres humanos-animales, plantas y otros seres no humanos. Una escultura tolita-tumaco hueso mezcla rasgos felinos y humanos y probablemente representa las visiones de un chamán durante ese estado de conciencia alterada.
Al sur del área de La Tolita-Tumaco, los artistas de la cultura jama-coaque dominaron la creación de cerámica fina con representaciones complejas de personajes, actividades cotidianas y eventos ceremoniales. Esta cerámica altamente sofisticada sugiere que en estas comunidades había artesanos especializados dedicados exclusivamente a la alfarería. Las élites del antiguo Ecuador pueden identificarse por sus suntuosos adornos , cuyos detalles pueden permitirnos diferenciar entre líderes políticos y religiosos. En la sociedad jama-coaque, los sacerdotes solían ser representados portando parafernalia ritual , mientras que los líderes políticos conocidos como caciques o curacas aparecen portando un báculo conocido hoy como bastón de mando. Esta diferencia puede indicar una separación entre la autoridad política y la religiosa.
Más al sur, los alfareros bahías y guangalas también representaban a los caciques y sacerdotes con sus atuendos particulares , y algunas esculturas bahías eran casi de tamaño real. La joyería representada en estas esculturas a menudo se fabricaban con los mismos metales que los atavíos que llevaban los líderes de la comunidad ; . Los ornamentos de oro, plata y tumbaga (una aleación de oro y cobre) parecen haber estado reservados a los miembros de la élite, mientras que los objetos de cobre eran llevados por los individuos de menor rango.
A principios del siglo XVI, las comunidades de la costa ecuatoriana se habían unificado gradualmente en confederaciones que constituían una red regional integrada de cacicazgos. Tres de las entidades políticas más grandes eran la cultura manteña y los punáes del Golfo de Guayaquil y la cultura milagro-quevedo en el interior. Las fuentes etnohistóricas señalan que los manteños participaban en el comercio a larga distancia que conectaba la costa norte de Sudamérica con México, y los trabajos arqueológicos confirman que estos cacicazgos formaban una gran red comercial a lo largo de la costa del Pacífico. Viajando en balsas hechas de madera de balsa, estas comunidades controlaban las rutas marítimas, así como la fabricación y distribución de bienes elaborados a partir de recursos de la costa, especialmente la concha Spondylus. En el interior, la gran cuenca del río Guayas albergaba a las comunidades de Milagro-Quevedo, organizadas jerárquicamente en constelaciones de aldeas. Los caciques vivían en grandes asentamientos con múltiples montículos, a veces más de cien metros de largo y ancho, que rodeaban una plaza central. La llanura aluvial de la región, constantemente expuesta a las inundaciones, proporcionaba a estas comunidades gran cantidad de sedimentos, que se utilizaba para construir uno de los complejos agrícolas de campos elevados más impresionantes de América. Tanto los montículos como los movimientos de tierra requirieron la organizacion y la gestión de una mano de obra muy numerosa.
Hacia el 300 a.e.c., aparece un elemento clave tanto en la cerámica como en la piedra en la costa central: la figura sentada. El investigador Colin McEwan realizó un meticuloso análisis de estas representaciones en el 2003 y llegó a la conclusión de que, en las sociedades de las tierras bajas tropicales de Sudamérica y la región del Caribe, el asiento en forma de trono estaba íntimamente relacionado con el poder. Los caciques ocupaban una posición central en los rituales y se les suele representar sentados . En la sociedad manteña posterior (700–1500 e.c.), se han hallado sillas esculpidas en piedra exclusivamente en centros regionales como Cerros Hojas-Jaboncillo y Agua Blanca. . Allí, los asientos de piedra se encontraron colocados en paralelo a los lados de los edificios o en círculos. Estas sillas manteñas consisten en un asiento en forma de U sostenido por un cuerpo tallado que representa a una persona, un animal como el jaguar o una criatura mítica.
En la actualidad, los asientos siguen estando asociados al poder entre los grupos etnográficos de Sudamérica y el Caribe. En las comunidades amazónicas, por ejemplo, el cacique siempre aparece sentado en un taburete colocado en un lugar central de la plaza principal o en el interior de la casa comunal central, llamada maloca, durante los actos públicos. Estos asientos modernos están hechos de cerámica, madera y piedra y adornados con figuras de animales, especialmente jaguares y caimanes, al igual que sus homólogos antiguos.