Ceramic Maya whistle with the Maize God emerging from a flower with the text "Lives of the Gods: Divinity in Maya Art" Ceramic Maya whistle with the Maize God emerging from a flower with the text "Lives of the Gods: Divinity in Maya Art"
Exhibition

Lives of the Gods: Divinity in Maya Art

November 21, 2022 – April 2, 2023

Previously on view at The Met Fifth Avenue , 999
Free with Museum admission

Las vidas de los dioses

La divinidad en el arte maya

Los antiguos mayas veneraron a múltiples divinidades que regían sobre distintos aspectos de la vida, desde los ciclos del día y la noche hasta los recursos de la tierra y su aprovechamiento, incluidas las lluvias y las cosechas. En el arte del periodo Clásico (250-900 d. C.) se conservan las imágenes de los dioses, los mitos sobre sus vidas y sus luchas primordiales, que derivaron en la formación del mundo y sus habitantes. En la escritura maya se califica a los monarcas como “divinos” o “sagrados” (k’uhul), del término k’uh, que se aplica a las deidades, sustancias y objetos sagrados. El cuidado de los dioses era tarea esencial de los reyes y reinas, cuyas acciones reiteraban modelos divinos. Los gobernantes conmemoraban sus vínculos con lo divino mediante elaboradas obras de arte.

Esta exhibición reúne objetos que honran el extraordinario talento de los artistas mayas del periodo Clásico. Los creadores de estas piezas –algunas de ellas firmadas– plasmaron con gran inventiva las acciones míticas de los dioses, como los orígenes del sol, la luna, el maíz y las dinastías reales, en esculturas monumentales, adornos delicados y objetos de cerámica. La comprensión del significado religioso de estos objetos ha progresado mucho en décadas recientes gracias a los avances en la lectura de la escritura jeroglífica, la interpretación de narraciones recopiladas poco después de la invasión española y las investigaciones conjuntas con los pueblos mayas contemporáneos.


Creaciones

Los mayas concebían la creación como un largo proceso con episodios reiterados de destrucción y nuevos comienzos. Las inscripciones indican que los dioses vivieron en tiempos muy remotos, algunos hasta cientos de miles de años atrás. Nacieron y se instituyeron como reyes en lugares divinos, pero a la vez, sostuvieron luchas y conflictos. Los textos jeroglíficos hablan de criaturas primigenias, cuyas muertes desencadenaron diluvios y otros desastres que marcaron el fin de las eras. Los detallados relatos del periodo colonial procedentes de Guatemala y Yucatán también ubican las acciones de las divinidades en épocas muy antiguas de la historia y dan cuenta de las catástrofes que provocaron la devastación de las etapas anteriores.

En algunas inscripciones labradas en piedra y en cerámica se resaltan los acontecimientos fundacionales ocurridos alrededor del 11 de agosto de 3114 a. C., una fecha mítica muy anterior a la existencia de las ciudades o la escritura en esta parte del mundo. Ese día, dicen los jeroglíficos, los dioses se pusieron en orden y colocaron piedras en lugares míticos. Los reyes mayas, para evocar la actuación de sus deidades, reproducían estos actos divinos en las celebraciones que marcaban el final de los periodos calendáricos –calculados en intervalos regulares a partir de 3114 a. C.

Dibujos de Mark van Stone.

Itzamnaaj

Aún no se sabe con certeza cómo debe leerse el glifo del nombre del dios anciano, asociado con el cielo, en la religión maya. Una opción es Itzamnaaj, como se llamaba una deidad principal en Yucatán en la época colonial. Es probable que la escritura del nombre de esta divinidad tan importante haya cambiado a lo largo de los siglos.


Día

Los mitos mayas narran la desdichada existencia de las primeras personas, quienes sufrían en la oscuridad y el frío, caminaban sobre lodo húmedo y eran acosados por terribles criaturas. Esta situación terminó cuando llegó el primer amanecer glorioso, que secó la tierra y marcó el comienzo de una nueva era en la que los días y las noches transcurrieron regularmente. Los seres primitivos, incapaces de tolerar el calor del día, murieron o se retiraron a los confines más oscuros, y ello permitió que las comunidades se asentaran, cultivaran y prosperaran. 

Las luchas entre los dioses en tiempos originarios fueron temas favoritos de los artistas mayas. Una de las confrontaciones en las que pintores y escultores centraron su atención fue la que se dio entre un dios solar joven y una de las terribles criaturas que se oponían al surgimiento del sol: un pájaro monstruoso. Aunque el ave fue derrotada, se le veneraba como deidad y se le asimilaba con Itzamnaaj, el dios anciano, celestial.

El sol se asociaba con las fuerzas que generaban vida. Los gobernantes, quienes se identificaban con su poder, solían añadir a sus nombres el título K’inich, el dios del sol. Con frecuencia, a los reyes que morían se les retrataba como soles nuevos y resplandecientes que subían al cielo para supervisar el desempeño real y religioso de sus sucesores.

 

Dios del sol

El nombre K’inich, dios del sol, deriva de k’in, término que se refiere al sol y al día, así como al calor y a las cosas calientes.  


Noche

La noche y la oscuridad son ámbitos donde persiste el desorden anterior a la aparición del sol. Aunque la noche se asocia a la decadencia y la muerte, también se relaciona con la fertilidad. Los mayas consideran que los restos de los difuntos son semillas que germinan del oscuro interior de la tierra, trayendo consigo la promesa del renacimiento. 

Los artistas mayas crearon extraordinarias imágenes de las deidades nocturnas, plenas de inventiva y a veces aterradoras. Los jaguares –los carnívoros nocturnos más poderosos del área maya– sobresalen en las representaciones de los dioses de la noche. Todas las deidades relacionadas con estos felinos tenían personalidades agresivas y guerreras; no obstante, en los enfrentamientos entre dioses, en ocasiones eran superados y puestos en ridículo por divinidades más jóvenes y menos terroríficas. 

Las deidades de la noche también podían ser bellas, como la diosa de la luna, mujer joven identificada en algunos textos como la esposa o la madre del sol. Al igual que a otras diosas, a ella se le asociaba con la reproducción, así como con las artes textiles, el hilado y el tejido.

 

Dios jaguar

Los nombres de las deidades suelen ser sus mismos rostros, de perfil. El glifo del dios de la noche, el fuego y la guerra combina rasgos humanos y de jaguar con elementos que indican que es una deidad nocturna. La lectura de este nombre es aún incierta. 


Lluvia

Chahk, dios de la lluvia y las tormentas, era venerado en toda la región maya, y los rituales para honrarlo eran –y siguen siendo– cruciales para el bienestar de las comunidades. El agua es un recurso escaso en las Tierras Bajas mayas. Los habitantes de las antiguas ciudades almacenaban agua de lluvia en aguadas para subsistir durante la temporada seca. También sufrían en los periodos de huracanes y lluvias excesivas. La figura de Chahk, dios caprichoso e impredecible, aparece con frecuencia agitando un hacha en forma de K’awiil, deidad que personificaba el rayo. Tanto Chahk como K’awiil se representaban con cuerpos humanos y rasgos fantásticos, como enormes ojos en espirales, largos colmillos y escamas de reptil. 

K’awiil también se presenta con un hacha humeante en la frente y la pierna izquierda en forma de culebra. Esta poderosa deidad se asociaba a las ideas de abundancia. Se creía que los golpes del rayo fertilizaban la tierra y, por tanto, que K’awiil dominaba las facultades reproductivas de las criaturas vivas, plantas y personas incluidas. Con frecuencia, las figuras de los reyes y reinas aparecen empuñando cetros o hachas decorados con la imagen de este dios, como lazo simbólico entre la realeza y el poder del rayo, la fecundidad y la riqueza.

 

Dios de la lluvia

El glifo con el perfil del rostro del dios de la lluvia y las tormentas suele complementarse con la sílaba ki, que indica que el nombre termina con el sonido k. Los escribas a veces lo anotaban usando las sílabas cha y ki, que también forman la palabra “Chahk.”


Maíz

El maíz es el sustento principal de los mayas y se vincula estrechamente a la creación de la humanidad. Las narrativas del altiplano de Guatemala explican que los dioses intentaron hacer seres de barro y de madera, pero estos resultaron torpes y no reconocieron a sus creadores. En el siguiente intento, hicieron hombres y mujeres de maíz, y formaron a las criaturas humanas: inteligentes, capaces de hablar y adorar correctamente a sus creadores. 

El dios del maíz era un ser eternamente joven que aguantaba pruebas y vencía a las fuerzas de la muerte. Los artistas mayas lo retrataban como un muchacho agraciado con piel brillante y con el cráneo alargado, de modo que su cabeza parece una mazorca coronada con sedosos y largos mechones de pelo. Esta deidad juvenil fue el modelo de belleza masculina y, además, se le asociaba con el jade y el cacao, dos de los bienes más preciados en la economía maya antigua.

Algunas de las vasijas de cerámica más finas de la América antigua cuentan las aventuras míticas del dios del maíz. Atractivo a la vista y conceptualmente rico, el joven maíz que transita por la muerte y renace es metáfora de regeneración y resistencia.

 

Dios del maíz 

El glifo del dios del maíz –que también es su nombre– probablemente se lee ixi’m, “maíz”. Este glifo se suele combinar con el numeral uno, dando así la lectura Juun Ixi’m, “Uno Maíz”.

 


Conocimiento

Los libros, hechos de largas tiras plegadas de papel de corteza, eran depósitos de conocimiento respecto a los dioses, los rituales, el calendario sagrado, las observaciones celestes y la predicción de los acontecimientos. Los escribas pasaban largos años aprendiendo las complejidades de la escritura maya y en sus escritos emplearon cientos de signos en diversas combinaciones. Actualmente, solo se conservan cuatro de estos libros, creados antes de la llegada de los españoles. Por fortuna, los textos que se conservan en los relieves de piedra y en la cerámica pintada con delicadeza nos brindan una fuente directa sobre la historia política maya del periodo Clásico, sus alianzas y conquistas, así como de sus creencias espirituales. Algunas de estas obras incluyen las firmas de los artistas y escribanos que los hicieron; son los únicos autores conocidos por sus nombres de la antigua América.

Los escribas mayas adoptaron la escritura alfabética introducida en el siglo XVI por los misioneros españoles y escribieron textos sobre su historia y creencias religiosas, incluyendo un libro conocido como Popol Wuj, escrito por los k’iche’ del altiplano occidental de Guatemala. Este relato describe el origen del mundo, las eras originarias, el nacimiento del sol y la luna, y el descubrimiento del maíz. A pesar de los siglos y los cambios religiosos, en muchas comunidades mayas modernas se sigue el antiguo calendario y se veneran las deidades tradicionales. 

 

Chuwen

El glifo Chuwen corresponde al nombre de la deidad patrona de los escribas y artistas. Retrata a un mono aullador –ruidoso habitante de las selvas mayas– con orejas puntiagudas de venado y signos que significan oscuridad.


Dioses patronos

Los artistas mayas crearon esculturas monumentales para celebrar acontecimientos y mostrar la estrecha relación entre gobernantes y dioses. Algunas eran lozas enormes, verticales, conocidas como estelas, que se levantaban en las grandes plazas de los asentamientos mayas, y otras se colocaban en los edificios, adosadas a los muros, dinteles, escalinatas u otros elementos arquitectónicos. Las inscripciones de estos monumentos comparan a los monarcas con las deidades de las eras primordiales, sitúan sus acciones en tiempos cósmicos y mencionan a las divinidades presentes en sucesos reales, como las ceremonias de ascenso al trono mediante las cuales el mando pasaba a manos de un nuevo gobernante. Los mandatarios asumían nombres que se referían a aspectos del poder divino y personificaban a los dioses en los eventos rituales, empleando trajes, máscaras y otras insignias. Sobre todo, los reyes y reinas conmemoraban a sus dioses patronos: encarnaciones locales de las principales deidades asociadas a las dinastías y ciudades reinantes.

Las mujeres de la realeza figuran en representaciones donde propician a los dioses, en ocasiones ofrendándoles su propia sangre para conjurar éxitos en los partos o en la guerra. Tras la muerte de los reyes y reinas, con frecuencia se les equiparaba con las deidades del sol y la luna, respectivamente. Aunque no se les consideraba como dioses durante su vida, se creía que los gobernantes tenían cualidades sobrenaturales. Algunas de las esculturas expuestas en esta galería fueron creadas en el siglo IX, poco antes de que muchas ciudades de las Tierras Bajas fueran abandonadas.

 

Ajaw

El componente esencial del glifo ajaw, “rey,” era una banda que se ponía alrededor de la cabeza con una joya sobre la frente, insignia de su estatus real. Entre diversas variantes, el glifo más común muestra el perfil del rostro de Juun Pu’w, joven dios lleno de pústulas que usa esta banda en la cabeza.